jueves, 2 de julio de 2009

genéticamente: familiar

Cuando me conocen y me dan “pie”, la gente dice que hablo mucho, vamos que soy un tanto loro, pero yo no tengo la culpa, eso es genético; hay quien nace con lunares y quien toma de la familia otros rasgos: los ojos, la estatura, el habla…

Mejor no os imaginéis una reunión familiar (a mí, sólo de pensarlo, hay veces que me entra dolor de cabeza, con eso que mis recuerdos van acompañadas de “grabaciones” para no olvidar dato alguno...). Sólo os doy un par de pistas y ya se os pondrán los pelos como escarpia: En mi familia hay más mujeres que hombres, vamos que hay mucha viuda, con lo que se juntan mujeres, solas, y que llevan tiempo sin verse. Además en mi familia tenemos el don del Dolby surround, es decir, utilizamos distintos canales para escuchar que para emitir y llegamos a todos los sitios con los dos, con lo que somos capaces de mantener más de una conversación a la vez, aunque estén en distintos puntos, escuchando y hablando al mismo tiempo y con una localización de palabras, que más lo quisiera un GPS... Hay palabras, que aunque se tapen con un discurso, son detectadas por los radares familiares, y a pesar de estar en plena conversación, se puede cortar para meter baza en la otra y continuar con lo que se decía. Y a todo esto, como hay que llegar a todos los sitios, por si lo que dices interesa al de la otra punta, pues se levanta un poco la voz. ¡Ah! Y se me olvidaba, como las reuniones no son muy frecuentes, hay que contar todo en el menor tiempo posible, no vayamos a dejar “lastre” para la siguiente; así que la velocidad de la fórmula 1, una mierda comparada con la cantidad de palabras por minuto que puede soltar alguien de mi familia.

Esto me viene por parte de madre, y la verdad, no me dí cuenta que no era normal, hasta que se empezó a incorporar gente nueva a la familia, amig@s o novi@s y en tan magnos acontecimientos (reuniones), empezabas a ver cómo sus ojos se asemejaban a los de las gambas, a punto de salírseles de las órbitas, sus caras empezaban a tomar un cariz amoratao, las orejas rojas a lo guiri en verano, hasta el punto de echarles fuego. Y encima.. ¡¡¡ cuando se les preguntaba en distintas conversaciones, no respondían!! ¿?, o cuando de regreso a lo mundano, comentabas la jugada con ellos y decían, ¡¡que eso no lo habían oído o entendido!! (momento glorioso, porque así aprovechabas para volver a contárselo tú todo y con todo lujo de detalles, que sí, que sí, que eso lo había dicho la tía justo en el momento que llegaba la abuela con las magdalenas y las fantas a ver quien quería… )

Es curiosa, sí, mi familia es curiosa, o eso es lo que pienso yo, porque yo me considero curiosa, vamos, una persona “de estudio”. Será porque sigo siendo genéticamente familiar en mi pensamiento.. y soy capaz de tener mi conversación interna y la externa a la vez, o porque cada día mantengo más conversaciones internas, al estilo familiar.

Vamos, que si no se ha entendido lo que he escrito, es porque escribo igual que hablo, y ahí saco la vena familiar (hay que estar entrenada para la siguiente reunión)